Eugenia Calvo

Título: Universos bajo amenaza.
Autor: Santiago García Navarro
Lugar y fecha: Buenos Aires, 2007. En el marco de la muestra Resplandores, Centro Cultural Recoleta

Juego de dormitorio, de Eugenia Calvo, está estrechamente ligado a otros trabajos de la artista realizados en fotografía y, como en este caso, video, en todos los cuales el espacio doméstico se presenta como un universo bajo amenaza. Los procedimientos para generar esta sensación de peligro varían, pero de un modo u otro implican siempre una alteración de la función característica de los enseres, mobiliario o elementos decorativos del hogar, de modo de transformarlos en otra cosa y, al hacerlo, generar situaciones de inestabilidad. En un desplazamiento semejante, lo inerte cobra un movimiento que, de distintas formas, expresa rasgos subjetivos: hay una personificación.

Los videos muestran a la propia Calvo participando como actor detonante de las escenas que se nos presentan. En Juego de dormitorio, ella –o, para ser precisos, el personaje que ella, como parte de la ficción de la obra, encarna- sierra prolijamente una cama y una mesita de luz para, finalmente, guardar los trozos de mobiliario en un armario.

En el caso de otra obra, el tríptico Un plan ambicioso (2006), se yuxtaponen tres escenas familiares entre sí. En la primera, la cámara comienza encuadrando varios objetos de una casa en su ámbito habitual; luego, el personaje se acerca, coloca dentro de esos objetos algo que el espectador no logra reconocer, y los objetos comienzan a brillar y a echar humo; finalmente, los objetos estallan. En la segunda escena se ve al mismo personaje estudiando con detenimiento ciertos muebles. Enseguida comprendemos que lo que hace es probar de distintas maneras cómo esconderse detrás, dentro o debajo de ellos. Por fin, vemos que descubre el procedimiento adecuado y desaparece. La tercera escena muestra al personaje formando una barricada en el living de una casa con todo el mobiliario y los objetos decorativos que hay en ese ambiente.

Mediante la conjunción inesperada de elementos y acciones, Calvo logra provocar una potente sensación de extrañamiento. Pero en la conjunción no todo es inhabitual: cierta información integra el universo de lo esperado. Lo que desconcierta es la remisión a situaciones que asociamos con otros lugares y que, recontextualizadas en el espacio doméstico, desbordan su orden: la barricada introduce imágenes de una revuelta; los estallidos refieren al asalto a un banco, a una carta bomba, a otras tácticas de microterrorismo; el esconderse nos recuerda a la víctima de una persecución; rebanar muebles cuidadosamente sugiere una operación quirúrgica, también una tortura.

Pero quizás el elemento que más descoloca es la impasibilidad con la que el personaje ejecuta sus acciones: lejos de sentirse sujeto de peligro, es quien genera concienzudamente las condiciones de la inestabilidad.

La obra de Eugenia Calvo introduce la guerra, la tensión social, la inseguridad en el lugar que, hasta hace no mucho tiempo, estaba más protegido que ningún otro del mundo exterior: la casa. En los videos, este santuario se estremece sutilmente, como diciendo: ya no hay espacio vital que no esté librado a la intemperie